Lagunas de Ruidera, situación crítica
- El Parque Natural de las Lagunas de Ruidera (Castilla-La Mancha) se parece cada vez menos a un Parque Natural y mucho más a un parque acuático sin límites al despropósito. La situación, alimentada desde hace décadas por unas autoridades cobardes y algunos empresarios locales sin escrúpulos, se ha convertido en crítica en los últimos veranos.
- Donde debiera encontrar el visitante un remanso de paz, tranquilidad, fauna y flora, paisajes y cascadas cristalinas… se topa con una vegetación arrasada por playas artificiales, masificación de bañistas, ruido, suciedad, contaminación… Y miles y miles de visitantes que abarrotan sin control un sistema frágil de lagunas único en España.
- Mientras los medios de comunicación, algunos empresarios locales (que regentan establecimientos con graves carencias fitosanitarias en plenas orillas e incluso en zonas inundables) y las administraciones alimentan esa imagen de unas lagunas veraniegas donde esparcirse sin límites, la Naturaleza agoniza bajo ese manto insostenible de masificación y sobreexplotación. El idílico paraíso del bañista es sólo un espejismo. Ruidera se muere bajo esa mentira pseudonatural de piscinas y bronceadores.
- La realidad es que el verano es la peor época para visitar las Lagunas de Ruidera. Insufrible, caótico, desesperante, horrendo, masificado, descontrolado… Este tranquilo edén (recordemos: Parque Natural) ha enamorado a artistas durante siglos. Pero no es ni su propia sombra en el estío.
- En cualquier orilla -de la que han sido aniquiladas las especies autóctonas de flora y fauna para construir playas artificiales- niños, mayores y jóvenes disfrutan de su ruidoso baño entre tumbonas, barcas de plástico, cubos y palas de juguete (muchos de estos objetos acabarán flotando en el agua); alguien enciende un aparato de música y lo pone a todo volumen, destrozando la paz del lugar y molestando a los habitantes del bosque. Una auténtica vergüenza.
- Todos ellos volverán a casa y escribirán en sus redes sociales que son súper amantes de la Naturaleza. Como los turistas así lo piden, el empresario de turno ha instalado mesas y sillas de cemento en plena ribera, tras arrasar los juncos y carrizos. Otro ha asfaltado una ribera, que ya no parece una ribera, sino el aparcamiento de Ikea. Y no sólo eso: la coqueta playa ha desaparecido y ahora es una piscina (literalmente) de cemento, con escaleras de hierro.
- A poco que sube el nivel del agua, varios establecimientos quedan literalmente dentro de las lagunas, porque edificaron en zonas públicas inundables. Y así, un año tras otro, desde hace décadas, ente todos, han ido haciendo un poco menos natural este parque, con la importante ayuda del turismo, que nunca pidió calidad ni conservación, limpieza ni control, que sólo quiso ir a un Parque Natural como si fuera a una playa masificada. Ese es el gran error: menospreciar la magia de Ruidera para reducirla a una playa más en la que desahogarse a golpe de bronceador. Un auténtico desperdicio y un insulto a una joya natural que tiene mucho más que ofrecer que un baño barato, ordinario, hortera e inculto.
- Y esto es sólo la punta de un iceberg tan grande que aquí sólo cabe una porción muy fina y delgada.
- Uno se pregunta por qué todas (todas, a la vez) estas tropelías sólo se consienten en este lugar y no en otros, como las Tablas de Daimiel, Ordesa y Monte Perdido, Islas Cíes, Lagos de Covadonga, Aigüestortes, Lago de Sanabria…Todos esos lugares cuentan con planes especiales frente al turismo, especialmente el veraniego, con límites lógicos y prohibiciones estrictas para preservar la naturaleza y, al mismo tiempo, explotar coherentemente el entorno. No ocurre en Ruidera, donde los límites son pocos y las prohibiciones laxas; que es como si no existieran.
- Uno se pregunta por qué nos indignamos cuando maltratan mínimamente cualquier lugar verde del mundo, pero consentimos toda fechoría en las Lagunas de Ruidera. Uno se pregunta por qué está bien defender cualquier espacio verde… excepto éste. La respuesta es fácil: la prensa, las administraciones, las autoridades, algunos empresarios (entre los que se incluyen chantajistas, extorsionadores y matones) han inculcado en España que esto es un parque acuático, no uno Natural. Y los más chabacanos, los más horteras, los más simplones… se lo creyeron.
- Afortunadamente cada vez se extiende una sociedad más consciente, más crítica, que demanda un turismo de más calidad, unos servicio más sostenibles, unas vacaciones más exclusivas, y no el vertedero infernal en que se convierte Ruidera cada verano. Ganará entonces quien se recicle y apueste por satisfacer a ese nuevo turismo crítico, inteligente (de verdad) y concienciado, que rechaza el primer cenagal de tumbonas, olor a fritanga, niños chillando, pelotas de goma, música alta y toallas aplastando plantas protegidas. Apostemos por ello.
- Sí al turismo. Al turismo sostenible. Es bien distinto.
- Vayan ustedes a Ruidera, pero respeten a la Naturaleza y disfruten de un lugar único con cabeza.
LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS… SOBRE TODO PARA SUS RESPONSABLES:
Héctor Campos, periodista.
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