El primer gran cargamento de ‘petróleos supercontaminantes’ llega a Europa por Bilbao.by fernandopalacioseco |
Un gran cargamento de arenas bituminosas procedentes de Canadá llegará este jueves a Bilba
Al
importar este combustible, que será refinado en una planta de Repsol,
la Unión Europea traiciona la lucha contra el cambio climático
Samuel Martín-Sosa Rodríguez - Ecologistas en Acción
27/05/2014 - 21:02h
El
petrolero Aleksey Kosygin partió de Freeport, Texas, el pasado 14 de
mayo con 600.000 barriles de arenas bituminosas procedentes de Canadá.
Llegará previsiblemente a Bilbao con destino a la refinería de Muzkiz.
Al
igual que la muralla china o los invernaderos del Almería, la minería a
cielo abierto de las arenas bituminosas de Alberta (Canadá) es una de
esas “huellas” humanas visibles desde el espacio. Los que ocupan
actualmente las balsas de residuos mineros lo explican. La cicatriz se
agrandará, según las previsiones: la producción de este combustible
pasará de los actuales 2.2 millones de barriles diarios a 3 ,7 millones en 2025 si no se hace nada por evitarlo.
Las
arenas bituminosas son una materia espesa, negra y viscosa compuesta de
arena, arcilla, agua y bitumen -una especie de alquitrán-, que es
necesario calentar o mezclar con hidrocarburos tóxicos más ligeros para
poder transportarlas a través de un oleoducto. Las grandes reservas
hacen de Canadá la t ercera potencia petrolera mundial,
tras Arabia Saudí y Venezuela. Integran el grupo de los denominados
petróleos no convencionales (junto al petróleo de esquisto o los
petróleos de aguas profundas). Se llaman así porque los métodos de
extracción son diferentes a los habituales, al tratarse de reservas de
más difícil acceso. Son combustibles generalmente de peor calidad, peor
rendimiento energético y de mayor impacto ambiental.
En
el caso de las arenas bituminosas los efectos son variados y muy
graves. El consumo de agua necesaria para la extracción es elevado,
aproximadamente 4 barriles de agua por
cada barril de petróleo obtenido; para acceder a los yacimientos de
Alberta hay que abrir minas a cielo abierto, talando extensos bosques
maduros y con ellos su potencial como sumidero de carbono; en el proceso
se utilizan sustancias químicas que contaminan los ríos y producen
enfermedades como enfisemas, asma o cáncer; tras agotarse las reservas,
lo que quedan son enormes extensiones de lagos tóxicos que seguirán
durante décadas filtrando contaminantes al agua y el suelo. Además, la
construcción de oleoductos para transportar el crudo hasta la costa amenaza a varios pueblos indígenas en EEUU y Canadá.
Pero
sin duda el impacto mayor es el climático. Extraer, procesar y
transportar este combustible consume una enorme cantidad de energía.
Según un estudio de la Comisión Europea, la combustión de petróleo
procedente de arenas bituminosas produce un 23% más de emisiones de CO2 que
la del petróleo convencional. El transporte por carretera provoca cada
vez más emisiones de gases contaminantes. Es la gran asignatura
pendiente de la Unión Europea en la lucha contra el Cambio Climático.
Para abordar este problema se revisó la Directiva de Calidad de
Combustibles (DCC) para lograr que en 2020 los carburantes produjeran un
6% menos de emisiones respecto a 2010.
La entrada de petróleo producido con arenas bituminosas aniquila ese objetivo.
Canadá
presiona desde hace años para que se le abran las puertas del mercado
europeo. La UE, sedienta de combustible y con una alta dependencia
energética del exterior, parece haber cedido por fin a las pretensiones
canadienses, renunciado a sus objetivos climáticos. Actualmente ambas
potencias negocian un tratado comercial (CETA, por sus siglas en inglés)
y no parece casualidad que de forma paralela la UE haya anunciado que l a DCC no continuará más allá de 2020.
Según denuncia el Natural Resources Defence Council, las importaciones pasarán de 4000 barriles diarios en 2012 a 700.000 en 2020. En España ya son tres las refinerías que han realizado adaptaciones para poder procesar ampliamente este combustible, dos de ellas de Repsol.
La
llegada del petrolero Aleksey Kosygin podría marcar el inicio de la era
de los petróleos supercontaminantes y la renuncia de la Unión europea a
reducir sus emisiones de CO2. Le estaremos esperando para
decir que no queremos arenas bituminosas ni aquí, ni en ningún sitio. El
planeta no puede permitírselo, si pretende frenar el cambio climático.
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