Lleva toda la vida dedicada al mundo del periodismo, la cultura y la
literatura. Uno de sus grandes hitos profesionales fue dirigir
La bola de cristal,
programa que emitió la televisión pública española entre 1984 y 1988,
cuando fue retirado por su contenido político. En su biblioteca hay más
de 8.000 libros y confiesa que desde pequeña es una lectora incansable.
Hablamos con Lolo Rico de literatura infantil, educación pública y del
papel de la televisión.
¿Pueden competir los libros con la televisión?
No creo que tengan que competir con la televisión, pero si fuera así
habría que decir que no, porque para leer hace falta tiempo y
tranquilidad, algo que no existe con la televisión. La letra impresa y
la imagen en movimiento no tienen por qué competir, se complementan.
Después de leer un libro, el niño o la niña sabe algo más, busca algo
más, imaginan otros horizontes. Tras ver la televisión, el niño es más
ignorante porque borra muchas cosas que ya sabía y, al mismo tiempo, no
aprende nada nuevo. Soy más partidaria de la lectura que de la
televisión, más cuando esta última es tan mala como la de ahora.
¿Cómo debería ser una televisión pública?
Debería ser para todas las personas: para pobres, ricos, mayores,
pequeños. Que enseñe libertad, que aporte algo más que entretenimiento.
Hay mucho miedo a la cultura, por eso la cargan con impuestos y otros impedimentos.
La cultura se interpreta como algo aburrido, pero no tiene por qué ser
un ladrillo. Frente a esto parece que el entretenimiento tiene que ser
frívolo y no puede enseñar nada, hacer a los niños y niñas más
solidarios... y a los mayores. Eso es para mí una televisión pública,
pero parece que no se considera así, yo no veo nada que enseñe, que abra
caminos, que haga crecer. Esto es importante porque la infancia a
perpetuidad no tiene sentido, es una perversión incluso. La tele y los
libros tienen que servir para hacernos más mayores. Hacerse mayor
significa adelantarse, aprender a pensar, a reflexionar de manera
crítica, a buscar a otras personas... Y eso no se quiere.
Sin embargo, La bola de cristal demostró que se podría hacer muy buena televisión pública.
Sí, pero nadie lo ha repetido. Se teme todo aquello que abre una
puerta a otros conocimientos, a otro lenguaje, a lo trasgresor. Hay
miedo de que la gente aprenda a criticar. Nadie ha querido otra
Bola de cristal.
En La bola de cristal tocabas muchos temas que siguen siendo centrales y en cuentos como Josna y la oscuridad ya hablabas de especulación urbana. ¿Siempre has tenido algo de visionaria?
En
La bola se tocaban todos los temas. Me gusta mucho una frase de
Hannah Arendt
que dice "Conocer es construir el mundo”. Creo que, efectivamente,
conocer es la única forma de construir el mundo. En la escuela están muy
mal establecidos los conocimientos. Matemáticas, ciencia, literatura,
calculadoras, enciclopedias... Pero, ¿qué hay para animar a los niños y
niñas a leer o para que cuando se sienten frente a un televisor puedan
sacar algo?
¿Cómo crees que debería ser la educación pública?
Debería despertar el interés científico, la curiosidad histórica, animar a leer. Para mí, una de las claves es la
Institución Libre de Enseñanza, que se basaba en tres pilares: ética, estética y conocimiento.
Ésa no parece la visión mayoritaria.
No, no hay una preocupación verdadera por la escuela. No he oído
decir a nuestro ministro de Educación ni una vez que hay que estudiar
para saber, para conocerse y conocer a los demás.
No se puede decir a los niños y niñas que estudiar es fácil y divertido, no es verdad. Lo que es divertido es saber.
No se dice “tienes que estudiar por ti y por lo que le puedas dar a los
otros”. Se habla de dinero, de a dónde pueden llegar. Eso es una
consecuencia, no lo más importante.
Has dicho que muchos libros infantiles no tienen argumento y son
sólo descriptivos. ¿En el otro extremo están los tan pedagógicos que son
insulsos?
En general lo que se hace para la infancia es ridículo, amaneradito,
ñoño. Y debe ser transgresor. Una cosa que se debe analizar y criticar
es la propia política.
Sólo se puede hacer una política útil, sabia y válida si la miras y criticas.
Una vez unos chavales me preguntaron si eran una juventud perdida y
cómo tendrían que luchar. Yo les dije que no eran una juventud perdida y
que había que mirar la calle, pensarla y tomarla. En ese sentido, el
15M ha sido una de las pocas cosas buenas que han pasado en los últimos
tiempos, algo que dijo con claridad que política era eso, y no lo hacían
las instituciones.
¿Estar tan significada políticamente ha marcado tu carrera?
Me ha marcado mucho, pero no me importa ni un ápice. Yo entiendo que
la gente tenga miedo de perder un empleo o de mil cosas, pero en mi caso
ahora mismo ya no tengo empleos que perder y me da lo mismo lo que
piensen de mí.
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