Las dioxinas y metales pesados emitidos a la
atmosfera en el incendio del cementerio de neumáticos de Seseña traerán
consecuencias importantes para la salud de la comarca.
Parece
que todo vuelve a la normalidad tras la catástrofe medioambiental del
cementerio de neumáticos, o ese es el mensaje esperanzador que
mamporreramente se empeñan en meternos por activa y por pasiva los
cenáculos políticos que distantes a los malos humos ni sienten ni
padecen. Casi sería creíble si no fuera porque transcurridas tres
semanas todavía no termina de arder. Bien es conocido por todos el afán
filantrópico de la clase política que se les llena la boca con el
vocablo ciudadanía cuando se trata de invocar al vacío el bien común.
Sin embargo, ante guisas de esta índole los representantes silban con
disimulo haciendo mutis por el foro para no dejar ver sus vergüenzas.
Que molesto ha de ser aguantar el erre que erre de los de siempre a
vueltas con la contaminación todo el santo día y sin parar de poner
trabas a las actividades pretenciosas que llenan los bolsillos de los
amiguetes o de la gente de bien. Que dura es la vida del político. Nadie
les entiende.
Quitando los políticos locales y provinciales que sí se han personado
para bien hacerse la foto y dicho sea de paso, barrer bajo la alfombra
su nefasta gestión con dires y diretes entre las distintas diputaciones,
por lo demás se buscan soluciones tardías de cómo no volver a caer en
los mismos errores, siempre y cuando haya dinero de las sacrosantas
subvenciones ya que voluntad no es que haya mucha. Y si nos apuramos, la
plana mayor de la política que normalmente aprovecha estos revuelos
para sacar rédito ha pasado inadvertida ante este Palomares o Prestige. A
estas alturas de la película los políticos de primera división estarán
preocupados en cosas más importantes; La campaña electoral para
sorbernos una vez más el coco al electorado con sus grandes soflamas que
mira por donde en que terminan. Parodiando a los Simpson en los
mafiosos negocios de residuos que el alcalde Quimby y Toni el Gordo se
traen entre manos en múltiples escenas, en el mundo menos amarillo
resultaría ser un jarro de agua fría de la más ingrata realidad en este
cruce de tierras manchegas y madrileñas con tantos años de corruptelas, y
aquí bien poquitos se salvan, ni de un signo ni de otro, porque todos
han ocupado cargos de responsabilidad.
El insignificante cementerio de neumáticos, nada más y nada menos que
el más grandes de toda Europa (117.000 metros cuadrados), con casi seis
millones de neumáticos consumiéndose al lado de nuestras viviendas
soltando toneladas de dioxinas y metales pesados a la atmosfera, parece
no estar considerado en verdad un desastre medioambiental serio. Es aquí
donde resbala la responsabilidad en una crónica de un incendio
anunciado. Si truncamos el conocido mensaje cenetista “¡ellos se llevan
la pasta y nosotros los malos humos*1!”, aun pareciendo una animalada
puede que se ajuste más de lo que parece. En la zona sureste de Madrid
es donde vive la plebe y la parte toledana presenta similitudes en la
distancia de las clases sociales. Es decir, los ricos no se contaminan,
quizá por eso no se clame al cielo.
Y hablando de humos, los medidores de partículas sólidas en la
atmosfera que había o que se han instalado tienen una función muy
limitada ya que no miden las partículas cancerígenas, los llamados
hidrocarburos aromáticos policíclicos, metales pesados y dioxinas varias
(Cadmio, Benceno, furanos, etc.). Varios estudios de suma relevancia
arrojan datos verdaderamente escalofriantes que constatan la inseguridad
en la zona. La Agencia Medioambiental Norteamericana documenta desde
1983 las combustiones incontroladas en plantas de reciclaje de
neumáticos con sus correspondientes estudios atmosféricos. La reputada
publicación científica Atmospheric Environment hace una valoración
exhaustiva de los efectos nocivos para la salud con estudios fehacientes
(
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1352231015000035)
y pone las líneas rojas en un radio de 18 Km a la redonda. El estudio
elabora un seguimiento del incendio que hubo en 2012 en Iowa, Estados
Unidos, y que tardó en extinguirse 18 días. Lo destaca como altamente
peligroso, y resulta que fue una quinta parte que el de Seseña. Sin
irnos tan lejos, el 20 de julio del 2015 en León salieron ardiendo
12.000 toneladas de neumáticos en otra planta de reciclaje, así que
estas cosas no pillan de sorpresa y se saben que han de pasar más tarde o
más temprano. Simplificando, nos encontramos con los vecinos predicando
en el desierto porque no pueden ni respirar, a los expertos en el tema
advirtiendo del peligro inminente de las partículas cancerígenas y a las
autoridades diciendo que la calidad del aire es óptima por las
condiciones climatológicas, veremos que dice la Bolsa. Muy probablemente
el pulso lo gane la indiferencia política puesto que no ha acaecido un
desenlace drástico de muertes que alcance la cota de alarma social que
exigen los estándares mediáticos. Aunque a largo plazo los efectos
tóxicos causaran enfermedades mortales, parece ser que hay que morir en
el acto para ganarse un crespón negro, decretar luto o zona
catastrófica.
Día tras día las pesquisas han arrojado luz en los tejemanejes que
han alimentado la intriga de personajes varios y entidades dudosas.
Hasta donde alcanza la hemeroteca, la primera empresa aparece de la nada
en los años 90 con el nombre Disfilt, S.A. con la voluntad de reciclar,
pero el dame pan y llámame tonto dio paso al almacenaje y a las
prácticas empresariales ilícitas. Esta empresa funcionó ilegalmente
hasta que en el 2003 consigue la licencia medioambiental, sin embrago su
dilatada trayectoria ilícita y una ristra de denuncias dan al traste
con su ecológico proyecto. Una vez firme la sentencia del 2011 donde se
decretaba el abandono de las instalaciones del cementerio de neumáticos,
se abre el melón de empresas zampabollos que han rondado a la novia
neumática. Según relata el concejal de urbanismo hubo un aluvión de
empresas de variopintos países para hacerse cargo del reciclado.
Finalmente en 2012 se lo conceden, a dedazo, a Gie Reboot Corporation,
una empresa de Senegal que no tenía ni empleados ni experiencia en la
gestión de residuos y al poco se rescindió el contrato por entrar el
empresario mafioso en prisión. Otras, como relata la empresa Grupo
Soltécnica Renovables que intentó subirse al carro, se encontró con el
vacío del Ayuntamiento de Seseña, ya que finalmente dio la concesión en
2013 a la empresa valenciana Gestión de Desechos y Ruedas Iberia, aunque
en febrero de 2016 rescinden el convenio por llevárselo muerto. En el
último spring, tanto la diputación madrileña y la manchega, presentan
sendas empresas Tragsa y Emgrisa respectivamente y cuyo guiño recae en
la última que es “publica”. El entuerto es difícil de resolver. Para
saber los intereses que han movido a la lata de gasolina y a la cerilla,
tendría que investigarse cuantas manos hay pilladas, que empresas han
salido escaldadas de todo esto y por divagar… si es que se produjo un
ajuste de cuentas rencoroso por eso del transfuguismo de la privada a la
pública…pero eso es ya otra historia.
En fin, un nudo gordiano de despropósitos que no deja de ser el
suficiente atenuante por el que señalar la degeneración de todo lo que
ha envuelto este asunto. No obstante, en un intento por hallar la raíz
del problema y salir del torbellino de acusaciones y del ruido
noticiario que busca un culpable con nombre y apellidos para salvar los
muebles, cabría analizar el porqué de estas cosas. ¿Cómo puede ser que
se construya un vertedero de neumáticos de estas magnitudes en un sitio
como éste, donde no hay ni tomas de agua y cercano a varias
poblaciones?, ¿Cómo permiten construir pegado a él una ciudad de
ladrillos donde viven miles de personas, también sin infraestructuras? Y
al caso ¿Qué pinta ese pelotazo faraónico del Quiñón?, ¿Con que
necesidad expropiaron las tierras?, ¿Cómo obtuvieron las licencias?
¿Dónde está el proceso que determina el impacto ambiental? Y de paso
¿Por qué surca por esas tierras una autopista propiedad de las grandes
constructoras y de los bancos pero que habrá que rescatar con dinero
público porque está declarada deficitaria? Y así un montón de incógnitas
sobre la ley de propiedad, de cotos, de recalificación de terreno, de
montes, etc., que ha convertido en un parque de atracciones de pingües
beneficios para los que ahora huyen. Por lo tanto que no nos vendan la
moto. El problema no es otro que el capitalismo y en este caso el
capitalismo castizo tan singular que tenemos. Evidentemente lo que digo
puede sonar un tanto ilusorio y puede que lo sea, pero hay una constante
que no falla, o cambiamos la tendencia hacia un mundo menos capitalista
y más respetuoso con el medioambiente, o sea, con nosotros mismos, o
tendremos otras siete tazas de lo mismo o aún peor. Todavía hay mucho
por hacer y para muestra un botón: con todo lo que se ha montado y
pudiendo buscar soluciones más aceptables, lo único que se les ocurre a
algunos es quemarlo para hacer energía... en fin.
La vida a la que estamos abocados se asemeja cada vez más al género
catastrofista que la endiosada Hollywood ha creado. Un mundo Mad Max se
vislumbra en el horizonte algo más palpable de lo que desearíamos. No sé
cómo nos las apañamos pero la verdad es que la ciencia-ficción suele
ser premonitoria.
Carlos Martín
*1 el lema “ellos se llevan la pasta y nosotros los muertos” fue
empleado por la CNT en la campaña de accidentes laborales del 2005. El
eslogan ha servido en otras circunstancias por su carácter chocante.