1. La RAE acepta “almóndiga”, “asín” y “cocretas”.
Seguro que todos los académicos tienen pesadillas en las que tratan
de convencer a la gente de que eso es mentira, en las que explican una y
otra vez que aparecer en el diccionario no significa estar admitidas
como correctas, en las que cada tres meses se hace viral una noticia que
habla justamente de este tema… después se despiertan y se dan cuenta de
lo peor: la pesadilla es real. Por si sirve de algo, nosotros apoyamos
su argumento: “almóndiga” y “asín” aparecen como vulgarismos y en
desuso, lo que significa que son consideradas incorrectas. ¿”Cocretas”?
¡Ni siquiera aparece en el diccionario!
2. Testificar viene de testículos.
Es una bonita leyenda urbana etimológica que dice que la palabra
viene de la costumbre que tenían los Romanos de agarrarse los testículos
con la mano derecha al jurar decir la verdad. Es una pena que no sea
cierto. Lo más probable es que testificar venga del latín “testis”
(testigo) + “facere” (hacer). Eso sí, testículo sí viene de testis
(testigo) y el sufijo diminutivo “culus”, algo así como que los
testículos son los pequeños testigos de la virilidad.
3. Murciélago es la única palabra del español que contiene las cinco vocales.
Una pequeña búsqueda en Internet te llevará a largas listas de
palabras que cumplen ese requisito. También te llevará a otra leyenda
urbana relacionada, la que asegura que la escritora Lucía Etxebarría
dijo una vez en la tele lo del murciélago, algo que ella ha negado mil
veces y -prueba definitiva -de lo que no existen pruebas en YouTube.
4. “Remover” con el significado de quitar es un anglicismo.
Esto lo decimos los españoles muy pagados de nosotros mismos,
criticando normalmente la influencia del inglés en el español del otro
lado del charco. Pues bien, estamos equivocados. Que los ingleses digan
“remove” y nosotros aquí solo “removamos” la sopa no significa que la
acepción de “quitar” sea incorrecta. Aparece en el Diccionario de la RAE
y no es algo nuevo: estaba ya en el Diccionario de Autoridades,
publicado en la primera mitad del siglo XVIII.
5. No es obligatorio acentuar las mayúsculas.
Sí lo es y siempre lo ha sido. Nada más que añadir.
6. Si no está en el diccionario es incorrecto.
Al igual que no todas las palabras que aparecen en el DRAE son
consideradas correctas, no estar no significa que no lo sea. Por un
lado, el diccionario va por detrás de la sociedad y la evolución de la
lengua, recogiendo lo que ya se dice (y legitimándolo un poco, sí, pero
solo para zanjar discusiones en torno a un tablero de Scrabble), por lo
que las palabras nuevas tardan en aparecer; por otro, cada palabra o voz
tiene muchísimos derivados que sería imposible incluir.
7. “Desafortunadamente” es una palabra incorrecta.
Ejemplo perfecto del punto anterior: no encontrarás esta voz en el
DRAE, pero la Academia ha dicho mil veces que claro que existe y que se
puede decir y escribir sin miedo
8. Manda huevos es en realidad manda uebos.
Otra leyenda urbana muy extendida y que busca latinizar la expresión y
convertirla así de pronto en culta. Pues no, no viene de “mandat opus”
(“la necesidad obliga”) y no hay que escribir uebos en vez de huevos. Es
una expresión vulgar y así debe ser escrita.
9. La uve y la be tienen pronunciaciones distintas.
A mí siempre me llamó la atención que los cantantes en español de
pronto pasasen a hacer unas marcadas labiodentales cuando llegaban a
palabras con uve como “vida”, “valor” o “verde”. Algo que, claro, no
hacen al hablar, razón por la que tenemos tantos problemas con la b y la
v al escribir y por la que confundimos a los extranjeros al hablar
inglés y pronunciar solo el sonido bilabial. ¿Qué cambia al cantar? No
se sabe. Lo que sí se sabe es que, a no ser que seas valenciano,
mallorquín, catalán o de “algunas zonas de América” (cito “Las 500 dudas
más frecuentes del español” del Instituto Cervantes, que no se explaya
más) pronunciar la uve como labiodental fricativa es un vulgarismo y una
pronunciación afectada. ¡Si tuviésemos ese fonema nunca habríamos
aceptado el bulo del manda uebos!
10. La RAE empezó el siglo XXI con normas arbitrarias y herejes como que “solo” nunca lleve tilde.
Yo soy de las conversas al “solo” solo y lo soy desde que descubrí en
el año 2002 que esa era la recomendación. Pero es que ya ni entonces
era algo nuevo: la Academia lleva repitiendo que esa tilde mejor
elimitarla desde 1959. Puedes estar de acuerdo o no, pero no tildes (ja)
la recomendación de loca ocurrencia del nuevo milenio. Si tienes menos
de 55 años has vivido siempre en un mundo en el que la RAE recomendaba
no ponerle nunca tilde a “solo”.
11. “Quinqui” es un anglicismo.
Ah, ¿que nunca te habías planteado de dónde viene la palabra? Da
igual. Suena a extranjera y, para qué negarlo, la relacionamos siempre
un poco con yonqui, que sí es un anglicismo. En el caso del “quinqui” no
es así: viene de “quincallero” que, por cierto, viene del francés. Como
curiosidad, existe también el idioma quinqui y así aparece recogido en
Ethnologue como lengua hablada por los mercheros o quincalleros en
España.
12. Bizarro significa raro.
Y en la sección “palabras que se ponen de moda”, aparece “bizarro”
como vocablo amado por los jóvenes y viejóvenes modernos para referirse a
todo lo raro y un poco underground. Desafortunadamente, esa acepción se
corresponde con el bizarre francés y no con el bizarro español, que
viene del italiano y que significa valiente u osado.
13. “Con la Iglesia hemos topado” es una frase del Quijote.
Esto es como lo de buscar “cocretas” en el diccionario: si lo
hicieras, no irías por ahí diciendo que aparece. Si leyeras el Quijote,
verías la cita real, que dice “con la iglesia hemos dado”. La iglesia
con minúscula, porque se refiere a un edificio en particular y no a la
Iglesia como organización eclesiástica que frustra nuestros planes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario