sábado, 27 de febrero de 2016

AMOR AL TEATRO DE UN VECINO DE CIEMPOZUELOS

El taxista teatrero
Por Rubén Arribas / ilustración Nuria Cuesta
Conocí a nuestro héroe de ciudad saliendo de una obra en Matadero. Ese fue el trayecto más teatral de mi vida, tanto, que dudé si había una cámara dentro del taxi, de la veracidad de sus historias o de la misma cordura del conductor. Nada más lejos de la realidad.
Su nombre es José Antonio Pascual y es el taxista teatrero, no solo por su desorbitada pasión y conocimiento del mundo de las tablas, sino porque así le llaman, entre otros muchos, Gerardo Vera, Javier Villar, Paloma Pedrero, Mario Gas, Fermín Cabal o Andrés Lima. Va al teatro, coloquios, premios o cualquier evento con olor a candilejas desde los 17 años.
El taxista teatrero tenía, porque está jubilado, un modus operandi. Dejaba el coche en la puerta del teatro, veía la obra y, cuando terminaba, esperaba que alguno de los protagonistas de la función pidieran sus servicios. Tras preguntarles, les hacía su propia crítica y, claro, alucinaban.
Por ello, habla de los grandes éxitos del Marquina como 'Las mariposas son libres', de 'Los peces rojos' en el desaparecido Teatro Infanta Beatriz, del teatro 'Yeses', compuesto por presas de la cárcel de Yeserías, de todos los componentes de Animalario o de cómo iba a diario a Ensayo 100 o a la Cuarta Pared, sus lugares predilectos.
Fue en este último lugar donde cogió su primer Duende y tiene casi todos. También es muy fan de la Guía del Ocio, sobre todo de la de antes, en la que participaba en todos sus concursos. Fue así como pudo ir a la Arena de Verona o a montar a caballo por primera vez.
Cuenta como una vez en Matadero, en una charla de Declan Donnellan, este empezó a dar gracias a todos los involucrados en el proyecto pero obvió al público. Él, que levanta siempre la mano el primero, se quejó y reivindicó su sitio dentro de todo esto, y, me lo puedo imaginar con su gran dominio del lenguaje, su corrección y, a la vez, diciendo cosas muy sencillas. Donnellan no solo se disculpó, sino que pidió un monumento para él en plena Plaza del Matadero, mientras todos los presentes le rendían ovación.
Ahora tiene 75 años, es abuelo, está jubilado y huye de internet porque él lo que quiere es salir. Reconoce que ya nadie le invita al teatro, que no está en la brecha como antes y que le resulta más cómodo ir al cine.
'Otelo', en el Teatro Español es lo mejor que ha visto y, José María de Prada como 'Yago', la mejor interpretación. Shakespeare es su dios. Cree que ahora se hace demasiado monólogo intrascendente y obras insulsas. Echa de menos los 'grandes repartos' como aquel de 'Ninette y un señor de Murcia', obra que vio con 23 años. Su relación de amor con las artes escénicas es tal que la exministra de cultura Gonzalez Sinde le entregó un manuscrito de amistad y reconocimiento.
José Antonio Pascual, el taxista teatrero, encierra tanto teatro, tanta pasión y tanta verdad como la mejor de las obras que yo haya visto. Nadie como él representa la figura del público, aquella que olvidó aquella tarde el bueno de Donnellan y que es, sin duda, el gran protagonista inseparable de cualquier función con la voz de los aplausos.
A mí, José Antonio, me recuerda a mi abuelo y creo que su papel va mucho más allá de un meritorio. Aquí tenemos un verdadero icono de esta ciudad, un madrileño cuya historia es una gran obra, de esas que realmente construyen el verdadero skyline invisible de Madrid.

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