domingo, 27 de marzo de 2016

ÁRBOLES

LA ERA DEL ÁRBOL, de Ignacio Abella

En un tiempo en el que las sociedades, las culturas, y no digamos las tecnologías, avanzan a un ritmo más rápido que la propia mentalidad del hombre, el árbol es un punto de referencia más que nunca necesario.
Los viejos árboles son vínculos vivos con el pasado, con las tradiciones… Pueden servirnos de ancla para empezar a arraigar. A su amparo podemos revivir danzas y rituales, juegos, reuniones de hermandad o en las que se han de tomar graves decisiones. Ellos nos pueden inspirar el antiguo sentimiento tribal.
La ciudad no es un milagro, sino oscuro maleficio, un dragón que todo lo devora y se extiende sin límite… Pero si queréis magia, sólo hay que acercarse a los bosques, donde el viento muge en las copas de los árboles. Sólo el poder de los bosques parece suficiente para aplacar a la bestia… Fuera de nosotros mismos no tenemos mejores aliados para nuestra evolución personal y colectiva. En cuanto a su papel en los sistemas vitales del planeta,
podemos calificarlo de insustituible.