sábado, 10 de septiembre de 2016

BIBLIOTECA NACIONAL.EXPOSICIÓN

Buero Vallejo, de vocación dibujante

La BNE inaugura la muestra Del dibujo a la palabra que reúne multitud de dibujos retratos e ilustraciones del genial dramaturgo.


ANDRÉS SEOANE | 09/09/2016 

Autorretrato de Antonio Buero Vallejo
Considerado como uno de los mejores dramaturgos del siglo XX español, Buero Vallejo siempre tuvo inclinación por las artes. En concreto por el dibujo, que fue su primera vocación y le llevó a ingresar en 1934 en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde alternaba las clases de dibujo y pintura con su asistencia al teatro y la lectura. En este 2016, en el que se cumple el centenario de su nacimiento, la Biblioteca Nacional de España (BNE) muestra el lado más desconocido del escritor del escritor, exponiendo algunos de sus dibujos, retratos e ilustraciones en la muestra Del dibujo a la palabra, que podrá visitarse del 9 de septiembre al 6 de noviembre de 2016.

Entre las obras se encuentran los retratos del médico húngaro Óscar Goryan y el comandante republicano Narciso Julián, sus esquemas sobre los movimientos de tropas durante la Guerra Civil y las ilustraciones, publicados en los periódicos de campaña 'La voz de la sanidad de la XV División' y 'La voz de la sanidad del ejército de Levante', durante los años de la contienda.

En el frente del Jarama, el dramaturgo trabajó como sanitario para el médico Óscar Goryan. Sus labores incluían tareas de propaganda republicana. De esta época existen doce dibujos firmados y otros 135 sin firmar, pero que se adjudican al dramaturgo. El mismo Buero llegó a reconocer que uno de sus dibujos más emotivos de aquella etapa es el del brigadista Peter, muerto en combate. También narró con hondura el traslado y agonía de un herido de diecinueve años.

Ilustración de Buero Vallejo en La voz de la sanidad (1937-38)
Otras de sus ilustraciones acompañan poemas (Blinder Genosse y Lied der Granden, de L. Detsiny, Entrañas, de J. Pastor...), artículos de T. Meabe y otros textos calificados por los críticos como "demagogia convencional, propia de la situación". Más aspiración artística tiene El Jardín de los Molinos o la ilustración de un romance lorquiano, de M. A. Calvo.

De su colaboración en los panfletos de guerra se conservan 55 dibujos: gráficos, croquis, esquemas, viñetas de divulgación sanitaria... posiblemente copiadas de obras técnicas. Otros acompañan una historia de la vida diaria, afrontada, en la medida de lo posible, con buen humor. En este sentido, se encuentra un "cuento sanitario", publicado el 30 de abril del 38, en el que aparece el mismo Buero entre los protagonistas, y con una ilustración en la que unos insectos asisten a una función teatral.

Al acabar la guerra, Buero Vallejo pasa por distintas cárceles. En una de ellas, el penal de El Dueso (Cantabria), dibuja el retrato de un compañero de presidio, el comandante republicano Narciso Julián, que se conserva en la BNE, tras ser donado por su yerno, y que es un dibujo a grafito sobre papel amarillo. En su periplo por diferentes prisiones, escribió sobre pintura e hizo cientos de retratos de reclusos.

Retratos de Miguel Hernández y de Óscar Goryan realizados por Buero Vallejo
Y, aunque no está en la exposición, fue fundamental su retrato de Miguel Hernández en la cárcel de Torrijos, en la Calle del Conde de Peñalver de Madrid. La historia es conocida: Hernández temía que su hijo olvidara su cara y le pidió a Buero que le dibujara. El poeta envió el boceto a su mujer, Josefina, con una nota: "Ya que no puedo ir de carne y hueso, iré de lápiz, o sea, dibujado por un compañero de fatigas, como verás, bastante bien". La carta estaba fechada el 4 de marzo de 1940.

A decir de los expertos, los dibujos del escritor presentan un firme trazo, un dominio del rayado, y están realizados casi siempre a pluma. Buero abordaba la pintura como una exploración visual objetiva. Sin duda estos dolorosos años de juventud marcaron toda su obra posterior. La última obra que estrenó, en 1999, un año antes de morir en el Teatro Español, fue Misión al pueblo desierto. Su gran éxito, Historia de una escalera, por la que obtuvo en 1949 el Premio Lope de Vega, la escribió en Carabanchel Bajo cuando llevaba sólo dos años en libertad.

Buero Vallejo, fue miembro del Partido Comunista en su juventud pero luego relajó su activismo. Durante la dictadura de Franco se opuso públicamente al escritor Alfonso Sastre por no querer estrenar bajo el régimen. Buero era partidario de superar la censura con ciertas concesiones.