Retortillo es un sitio precioso de Salamanca. Desde hace tiempo está en lucha porque la empresa Berkeley Minería quiere abrir una mina de uranio a cielo abierto, y ya están comenzando con las primeras obras: arrancar unas 30.000 encinas centenarias.
A este proyecto no le falta de nada, desde el intento de la empresa de camuflar sus actividades respecto a la gestión de los residuos, que si son radiactivos; hasta la firma del Ministerio de Industria a cargo del Sr. Soria (sí, el ministro cuya gestión fue contraria a los intereses generales y favorecedora de los empresariales, por no hablar de otros asuntos), pasando por el apoyo del Sr. Cañete (sí, el ministro que favoreció las perforaciones en Canarias, el  fraking y “deformó” la Ley de Costas, por no hablar de otras cosas), y con la intermediación del Sr. Lamela, segundo de a bordo de Cañete en la crisis del Prestige, jefe de gabinete de Rato, y promotor del intento de privatización de la sanidad en Madrid, ahora contratado por Berkley como lobbista.
A pesar de tener aparentemente todos los permisos, la Audiencia Nacional en abril admitió una denuncia porque podría ser pertinente un permiso de medio ambiente no solo a nivel autonómico, sino a nivel nacional, y creemos que así debe ser, motivo por el cual este proyecto como mínimo debería esperar la resolución judicial.
La plataforma StopUranio lleva trabajando incansablemente para parar este proyecto y hasta han sido acusados por la empresa de daños al honor reclamándoles 500.000 euros como pago para evitar una querella (aunque yo lo llamaría extorsión). Los vecinos de Retortillo quieren su campo, su balneario, sus encinas y su pueblo. Y en estos días están pidiendo a la Oficina del Parlamento Europeo que se detenga este despropósito. Y nos han pedido a Greenpeace que nos sumenos.
Pues sí, claro que nos sumamos, porque la explotación de uranio no solo representa riesgos en sí misma sino que, además, se trata del combustible esencial de la industria nuclear, una industria de alto riesgo y no competitiva de la que debemos y podemos prescindir. De igual forma resultan inaceptables los riesgos que la minería de uranio representa para las comunidades locales, como Retortillo y Villavieja de Yeltes, ya que además de las 30.000 encinas, la obtención de uranio requiere el tratamiento y la manipulación de grandes cantidades de material, debido a que las concentraciones de uranio en la tierra son pequeñas, y además especialmente en las primeras etapas. En esas operaciones grandes cantidades de nucleidos radiactivos se incorporan a la biosfera.
De momento aquí va nuestro granito de arena, sumándonos a esta petición.