¿Por qué fue tan polémico el descubrimiento del arte rupestre de Altamira?
Sanz de Sautuola, que halló las pinturas en 1879, murió en el más absoluto descrédito tras ser acusado de falsificarlas

Él reconocería que no se le había ocurrido mirar hacia arriba, pues lo que le interesaba era buscar en el suelo la presencia de materiales líticos y restos de una antigua ocupación humana. Pero pronto relacionó aquellas pinturas con los objetos de arte mueble que había visto expuestos en París. Tras encargar una puerta para proteger el acceso de la cueva, Sautuola —cuya historia vuelve a ser de actualidad estos días por el estreno de Altamira, película protagonizada por Antonio Banderas— llevó a cabo el copiado de los dibujos y el estudio de los materiales encontrados.
El rechazo a considerar que las pinturas eran prehistóricas fue generalizado entre sus contemporáneos
Sin embargo, Sautuola y Vilanova consiguieron pocos apoyos a sus tesis. El rechazo a considerar que las pinturas eran prehistóricas fue generalizado entre sus contemporáneos. Así, se consideró que no eran tan antiguas e incluso hubo quienes afirmaron que habían sido hechas por algún pintor moderno, eso sí, mediocre. Con esto se dejaba caer que Sautuola había hospedado en su casa a un pintor mudo francés, por lo que la sombra del fraude se insinuaba sobre el erudito cántabro.

Al mismo tiempo, Vilanova, católico, antidarwinista y creacionista, se oponía a los clérigos detractores de la Prehistoria. En efecto, hubo teólogos quienes paradójicamente se acercaban a los evolucionistas cuando sugerían la existencia en el pasado de animales semejantes orgánicamente a los humanos y anteriores a ellos, con capacidad de construir artefactos. Otras causas que contribuyeron a la polémica fueron el nacionalismo científico y la actitud colonialista de los prehistoriadores franceses con respecto a sus colegas españoles. Creo importante también incidir en que al ser las pinturas del Altamira las primeras que se conocieron, fue lógico que surgieran dudas de su autenticidad entre la comunidad científica. Era importante encontrar otras pruebas, es decir, nuevos hallazgos de este tipo, que corroboraran su antigüedad. Cuando se descubrió el arte parietal en cuevas francesas, las dudas desaparecieron y se presentaron las disculpas. Pero ya era tarde para Sautuola y Vilanova, quienes, al menos en relación con Altamira, murieron en el más absoluto de los descréditos.
EL PAÍS